2.22.2011

Entrevista con Elena Santibáñez, editora de R&B. Revista Palabras Malditas.Net



Elena Santibáñez tiene el amor de sus hijos dos y de sus amigos todos. Pertenece a una generación de sociólogos clasemedieros con conciencia (o al menos facha, dice) proletario-jipiteca de la UAM Azcapotzalco. Ha sido editora de libros y revistas, iconógrafa, productora y editora fotográfica, entrevistadora, redactora, correctora de estilo, guionista efímera de TV y mesera por un día del Carlos'n Charlie's Masaryk.

También ha vendido ropa en abonos y convertido su casa en antro y galería clandestinos y expresa que “la mera verdad, lo que mejor hago son quesadillas de hongos”. Hace ya muchos años fue reina de las fiestas patrias de su pueblo y en 2006 obtuvo un premio de periodismo en Madrid, España.

En la actualidad es editora free-lance, colaboradora de Milenio Diario y Milenio Semanal, y promotora dentro y fuera de México de los libros que ella misma edita para Rhythm & Books, el sello que dirige al lado de Verónica Maza Bustamante.



¿Cuándo nace la editorial?

En junio de 2009 se publicó el primer libro -Corazón minado. Declaratoria, de Pascual Reyes-, pero el trabajo empezó un año antes y la idea varios atrás.


¿Hay mercado para este tipo de títulos?

Hay mercado para toda clase de libros, el chiste es saber ubicar el público.


¿Dónde surgió la idea de editar obra literaria hecha por músicos?

He trabajado en el medio editorial por mucho tiempo y sobre la marcha fui aprendiendo y perfeccionando cosas. Desde hace varios años quería emprender un proyecto editorial propio, que fuera original y de buena calidad. Tenía ganas de hacer los libros que nunca pude hacer para otros porque mis ideas parecían descabelladas o arriesgadas. Elegí la veta de los músicos porque dos de mis amigos, Carlos Avilez (bajista de Cuca) y el Sr. González, me mostraron su trabajo narrativo y me pareció excelente.

Después conocí a Pascual Reyes (vocalista de San Pascualito Rey) y le pregunté sobre un libro de poemas que yo sabía tenía escrito e inédito, me lo dio a leer y yo hice una selección. Así, ya tenía tres originales de muy buena calidad con los que decidí crear Rhythm & Books. Ahora cada vez estoy más convencida de que muchos músicos traen su “guardadito” literario. En esta búsqueda de talentos Verónica, mi socia, está jugando un papel muy importante.

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2.14.2011

El peso del escritor. Cuento publicado en la Revista El Búho.

Se publicó en el número 126 de la revista El Universo de El Búho, que dirige en maestro René Avilés Fabila, mi relato "El peso del escritor", que sencillamente trata sobre la necesidad imperante de contar con una silla cómoda para realizar la labor creativa, o sea: escribir. La revista cuenta con grandes colaboraciones en poesía, ensayo y narrativa, así como una editorial interesante sobre cultura y medios de comunicación. Para leer, ingrese a El Búho...

Alopecia. Cuento publicado en Palabras Malditas.Net



Todo comienza esta mañana, cuando aparece una idea original en la cabeza de alguien, digamos que es alguien a quien le llegan ideas originales frente a la computadora y nunca logra escribirlas. Pongamos que tiene un nombre, pero no se menciona, puesto que apuesta por el anonimato: es el anónimo dos mil, en un país de 100 millones de habitantes, o bien podría ser el trescientos en un país pequeño: es lo de menos. Lo demás es que se ha quedado solo con una idea original en la cabeza. Su cabeza es calva, quizá por eso tiene ideas originales, pero por eso también está solo.

¿Por qué me dejas? ¿Porque soy calvo?

No, porque eres un hombre calvo

Así fue el diálogo esta mañana, los mejores diálogos se dan por la mañana, para eso se crearon las mañanas. Pareciera una broma absurda, pero es cierto: esta mañana ella lo dejó porque era un hombre calvo. Quizá si hubiera sido un medio hombre no tan calvo y hubiera sido otra mañana, jamás lo hubiera dejado. Pero así sucede cuando no hay nada más que decir. Uno puede tener mucho pelo, pero frente a una mujer decepcionada y decidida es demasiado probable que te miren como un hombre calvo y te abandonen.

Entonces, ¿te vas?

Sí.

La pregunta había sido la respuesta, que en toda relación debe de hacerse, de no hacerla se corre el riesgo de parecer loco, pero es mucho más triste ser abandonado por ser calvo y no por ser loco, al menos así lo sintió esa mañana de inédita franqueza pues con anterioridad a otras mujeres les preguntó lo mismo y le dijeron loco y él pudo superar la ínfima desgracia, porque un abandono por locura es un lugar común, pero ante la calvicie es un martirio.


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2.12.2011

Famosas novelas rechazadas. Ensayo publicado en revista digital Justa.


A Jorge Herralde, editor y propietario de Anagrama, le gusta citar a Olivier Cohen: “Un editor no debe ser juzgado por los buenos libros no editados, sino por los malos que publicó”. La frase no carece de lógica, pero tampoco esconde el problema: ¿por qué hay editores que eligen los malos en vez de los buenos?

El enigma editorial no tiene solución: nadie sabe por qué un libro triunfa, por qué una novela se edita y fracasa o se rechaza y, con el tiempo, acaba vengándose de los editores que la tiraron a la basura. Rechazar, sin embargo, es el destino infausto de las editoriales. Siempre, y con la crisis más aún.

La historia de las novelas rechazadas es tan amplia que daría para una enciclopedia sobre la historia de la edición. De la edición, sí; y no como parecería más depuradamente de la no-edición, porque si hablamos de rechazos célebres es porque, a la postre, esas novelas han acabado triunfando.

Primera moraleja: afortunadamente, no todos los editores son iguales. Todos coinciden, sin embargo, en que en general se les escapan muy pocas obras maestras, pero la historia de la literatura está sembrada de errores. Aunque algunos, muy célebres, corregidos a tiempo.

Desde Cien años de soledad a Lolita

Carlos Barral se pasó media vida lamentando haber rechazado publicar Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez. André Gide, que trabajó de lector para Gallimard, devolvió En busca del tiempo perdido al editor con un comentario del que se arrepintió más tarde: “No puedo comprender que un señor pueda emplear treinta páginas para describir cómo da vueltas y más vueltas en su cama antes de encontrar el sueño”. En definitiva, la obra maestra de Marcel Proust le parecía un tostón con magdalena.

Los editores que leyeron el original de Lolita, le recomendaron a Nabokov encerrarlo bajo siete llaves. Salvando las distancias del sexo tabú a la timorata política, lo mismo le pasó a Camilo José Cela con La familia de Pascual Duarte.

Richard Brautigan tuvo tiempos de best seller y pop star gracias a los tres millones de ejemplares vendidos de su inclasificable novela/poema en prosa La pesca de la trucha en América; pero aquí, el escritor norteamericano nos interesa por un célebre fracaso: el continuo “no” de los editores a publicar su primera novela, El aborto, y su consecuencia: inspiró una biblioteca de novelas rechazadas en Burlington (Vermont), en donde cualquiera puede depositar resignado y vencido su manuscrito por siempre inédito. Sirva de consuelo.

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Niña incansable de la poesía. Entrevista con Dolores Castro. Revista digital Justa.


Nacida en la ciudad de Aguascalientes el 12 de abril de 1923, la poeta, narradora y ensayista Dolores Castro pertenece a la llamada Generación del 50, donde desfilan nombres como Jaime Sabines, Rosario Castellanos, Sergio Magaña, Emilio Carballido y Enriqueta Ochoa. En 1952 publicó Dos nocturnos; luego vendrían La tierra está sonando (1959), Cantares de vela (1960), Soles (1977), Qué es lo vivido (1980), y otros poemas publicados en revistas, antologías y volúmenes colectivos. Su única novela, La ciudad y viento, vio la luz en 1962. La antología No es el amor el vuelo (1992) está publicada en la tercera serie de la colección Lecturas Mexicanas.

En esta entrevista, explica el origen y el desarrollo de su obra poética, construida a lo largo de más de cuatro décadas. Con la sonrisa franca y amable que le caracteriza, Lolita –así la llaman sus alumnos, con este diminutivo que se acomoda con afecto a los actuales 87 años de la maestra– se dispone a charlar sobre su labor incansable dentro de la lírica mexicana del siglo XX.

¿Cuándo descubre su interés por la escritura?

No es muy pronto. Pero sí creo haber tenido desde niña una necesidad de contemplar las cosas, que es como el principio de una vocación artística. Me gustaba dibujar, me gustaba mucho leer, y también escribir. Como al tercer año de primaria, sin darme cuenta, una tarea: era una composición sobre la primavera y me saqué primer lugar y una medalla y quedé muy sorprendida de semejante cosa y ni sabía que tenía capacidad para escribir. Poco a poco se fue desarrollando. Primero no me atrevía a expresarme con toda la sensibilidad, sino que hacía poemas irónicos y de crítica. Mucho tiempo después empecé a escribir poesía, cuando ingresé a la Facultad de Filosofía y Letras, en Mascarones… Ahí tuve muy buenos compañeros, entre ellos, Ernesto Cardenal, pues era mi compañero de la otra banca. Venía con una educación en la poesía muy especial, porque los que fueron maestros de él y de Ernesto Mejía Sánchez, que era mi otro compañero, fueron de la vanguardia de donde también había surgido Rubén Darío.

Tuvo una relación muy cercana con Rosario Castellanos…

Rosario Castellanos fue mi compañera desde tercero de Secundaria y estuvimos también en la misma Facultad, aunque ella estudió filosofía, y yo literatura. La Facultad de Filosofía y Letras era entonces una pequeña facultad en que estábamos relacionados la mayor parte de los que convivíamos, así fueran de filosofía, de historia y de literatura.

¿Qué buscaban ustedes en la poesía?

Lo que buscábamos era salir de lo que fue el Modernismo, que estaba muy próximo pero que ya no podía ser después de las vanguardias. Pero creo que ninguno de nosotros estuvo de acuerdo con el Estridentismo, pues los estridentistas eran los enemigos de la revista Contemporáneos…

Para leer la entrevista completa, aquí